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sábado, 5 de noviembre de 2011

Carrie Fisher recuerda la ultima navidad con Michael


Carrie Fisher, mejor conocida como la princesa Leia en Star Wars

La fama de Michael convirtió a mucha gente en ansiosos y codiciosos cazaestrellas que querían de él mucho más de lo que un ser humano normal puede dar. Estaban allí por la anécdota. Es lo que llamo "resplandor". La gente quiere frotarse contra ti, y así, incrementan su própio valor. Pero creo que es una razón por la que Michael prefería la compañía de los niños en comparación con la de los adultos.


Los niños de una cierta edad, siendo demasiado jovenes para comprender el fenómeno de la fama, son potencialmente más confiables y sencillos a la hora de estar con ellos en comparación con cierto tipo de adultos, que como he dicho antes, suelen tener tendencia a actuar de una forma completamente desorganizada al estar alrededor de alguien tan increiblemente famoso como Michael.

Y los niños están lejos de actuar así porque no saben todavía lo que es la fama. Para ellos, un famoso es un personaje de dibujos animados, o los Muppets, o Barney. Es un concepto demasiado abstracto para los niños.

Michael Jackson, Arnie Klein y Carrie Fisher en una foto de recuerdo de aquel día

El día de Navidad de 2008 (el último para Michael) fui a su casa, que estaba a unas manzanas de la mía. Él le daba a sus niños la niñez que no pudo tener. Una niñez fuera de la fama con gente que no los tratase como a objetos. Porque normalmente, para Michael, la vida ha sido como la de un animal del zoo. Una especie en extinción tras unos barrotes para siempre. Pude meterme en la jaula con Michael sin espantarme, y allí no había mucha gente que supiera supiera lo que había que hacer o lo que se requería en su presencia. Pero yo lo hice. Así que me uní a Michael en su zoo. Hicimos fotos y comimos galletas y decoramos el arbol.


Y luego, para variar, Michael me pidió que hiciera el discurso del holograma de Star Wars para sus hijos. No me importó. Alguien tenía que recordarme lo fan que era Michael de Star Wars.

Una escena de Star Wars donde la princesa Leia da un mensaje en forma de holograma

Estando allí, realmente no estabamos experimentando la situación, estabamos haciendo fotos. Arnie me hizo fotos a mi y a Michael con los niños y yo hice fotos de Arnie y sus amigos con Michael y familia. Mi favorita fue la que hice a Michael leyendo mi libro "Wishful Drinking."


 
Siempre recuerdo con cariño aquella extraña configuración navideña de todos juntos. Mirando atras, parece como si Michael no supera estar en una situación sin que una cámara le filmara. Estaba tan acostumbrado a que se documentara todo. Pero la razón principal de aquella documentación vino esta vez sobre todo por los amigos de Arnie, que querían hacerse fotos de su momento con Michael para poder llevar su resplandor por ahí. El encuentro les elevaba.


Se convertía en “Oh, he pasado la cena de Navidad con Michael Jackson. ¿Qué has hecho tú?” De cualquier forma estuvimos enredando por allí al estilo navideño y divirtiéndonos, nos lo pasamos bien. Hicimos fotos, hicimos el tonto (al menos eso creo que fue). En un momento, Michael dijo, “Ok, os dejaré tomar fotos de mis hijos porque se que no las vais a enseñar a nadie porque ya sabes que no quiero que nadie pueda verlos.”


Quería que sus hijos pasaran lo más desapercibidos posible. Si los africanos creen que cada vez que te hacen una foto pierdes parte de tu alma, entonces Michael hace mucho que la perdió. Pero se preocupaba de que sus hijos tuvieran intacta la suya.


Y son unos niños muy dulces, buenos chicos. Y es porque fuese lo que fuese o no fuese, creo que Michael era realmente un buen padre. Sus hijos eeran amables, realmente educados, incluso moderados, y esencialmente no eran niños malcriados. Y eso no sale de una niñera. No puedes fingir eso. Tiene que venir del padre. Y ese padre era Michael



Otras fotos tomadas de la navidad de aquel día







 

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